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Apreciación artística y formación de públicos.

por Julia Astrid Enriquez

 Por: Eduardo López Verástegui

Apreciación artística y formación de públicos.

¿Será acaso que sucede con temas como política, fútbol y religión, en el arte arte?

Quizás sí, quizás no; todo dependerá como siempre del punto de vista del observador, o el conversador en su defecto. En mi experiencia he encontrado de todo, gente que definitivamente no sabe y opina; otra que opina y sabe pero está parcializada. Así como gente que reconocemos no saber, pero que tenemos la apertura para aprender y escuchar los diferentes puntos de vista sobre el tema.

En lo personal, cuando hablo de arte prefiero identificarlo como medio de expresión sensorial, que tiene una intención comunicativa –será por eso que hoy por hoy, no existen movimientos artísticos como las vanguardias europeas de pintura de inicios del siglo XX, por citar alguno- debido a que la sobresaturación de los canales sensoriales ha creado individuos que incluso son por decirlo de algún modo, inmunes a las manifestación artísticas, y que se han vuelto consumidores de imágenes, canciones, bailes o cualquier otra forma de expresión artística; pero principalmente lo son en forma, no en fondo.

Ya en los albores del siglo XX los filósofos hablaban de que la tecnocracia estaba matando a la filosofía, y es que hoy en día todo debe tener una función para ser considerado valioso en nuestra sociedad, ¿dónde ha quedado la contemplación, el goce estético y la recreación en la comunicación a través de cualquier canal sensorial?. Justo en ésto considero que reside la belleza de la apreciación artística.

En épocas anteriores -quizás a excepción de la arquitectura-, la mayoría del arte era por decirlo de algún modo “inútil” u ornamental, más que funcional o creado para satisfacer las necesidades de un mercado o sociedad. En todo caso la apreciación artística es un diálogo entre el espectador y la obra de arte, que como en todo proceso de comunicación no sólo busca transmitir un mensaje, sino repercutir en quién está frente a la pieza en cuestión, aludir al bagaje cultural, emocional y social del espectador.

La complejidad y variedad de la expresión humana es inmensa pero a su vez muy fácilmente disfrutable e identificable por quien lo desee, aunque lo que he aprendido a lo largo del tiempo es que mientras más información posee uno sobre el tema o la manifestación artística, se puede hacer una lectura más completa y satisfactoria. Tomemos como ejemplo la obra de Vincent Van Gogh. Para quien no conoce el contexto histórico, puede disfrutar los colores, los bodegones, naturalezas muerta, paisajes e incluso retratos de su obra, pero una vez que se agrega la variable de que Van Gogh era un vanguardista por el manejo del color, la forma y textura, puede sospechar que cada accidente o falta de uniformidad en el trazo son premeditados.

Él fue heredero de una generación de pintores (los impresionistas) que al contar con óleos o pinturas en tubo por primera vez, pudieron salir al exterior y capturar las escenas tal cual las veían, ya que antaño la pintura era interiorista y mayormente realizada con fuentes de luz artificiales. Los impresionistas fueron cautivados por el color y por la luz; podemos ver estudios completos de Monet en el que el tema principal pareciera una catedral, pero en realidad, es la luz, así como la forma en que afecta a cada escena dependiendo la hora del día.

Volviendo a Van Gogh, el artista llevó más allá el concepto de luz, forma y textura, dotando de expresividad su trabajo. Ahora, el contexto histórico es importante y aporta información quizás anecdótica, pero si ahondamos en la psicopatología de fondo que padecía Vincent, encontraremos quizás rasgos esquizoides en su trabajo y quién podría negar que tiene una buena historia sobre el por qué se mutiló la oreja. Quizás éste aspecto ha creado morbo y misticismo alrededor de su persona y a su vez, ha servido para que tenga un carácter histórico importante y llame la atención de propios y extraños, aunque haya fallecido en una paupérrima situación.

Por otro lado el segundo tópico de este texto es también importante, ya que la historia del arte o la historia de la expresión artística humana es historia en sí y representa un mundo de conocimientos y experiencia enorme que puede dotar de múltiples herramientas para vivir más a fondo la experiencia estética.  En mi opinión personal, tener siempre en mente la formación de públicos, es un deber de quienes manejan la agenda cultural o artística de cualquier latitud, puesto que dotar de elementos para una apreciación estética es necesario, además que dinamiza los esquema mentales y sensoriales del individuo, a la par de enriquecer cualquier experiencia ya sea plástica, auditiva, histriónica o dancística.

Es por ello quizás que en ocasiones nos sentimos ajenos a los lenguajes comunicativos de la expresión artística que se presenta en cartelera o en los recintos artísticos o culturales, ya que no contamos con un antecedente, o bagaje necesario para apreciarlo, más que comprenderlo; puesto que la apreciación artística no debe necesariamente pasar por el filtro de la razón si no de los sentidos, o de la experiencia. 

Eduardo López Verástegui estudió la Licenciatura de Ciencias de la Educación. Además es formador de públicos para las Artes Plásticas, con experiencia en la conservación, curaduría, montaje y museografía.

Eduardolopezlce@hotmail.com

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