“Un día de recorrido con las madres buscadoras” Después de habernos puesto de acuerdo con Cecilia Flores líder de las madres buscadoras de Sonora, para acompañarlas a una búsqueda, quedamos el día 29 de junio por la mañana.
A las nueve de la mañana la temperatura ya había alcanzado los 40 grados centígrados.Nos encontramos por fuera del aeropuerto de Hermosillo donde me iban a recoger el grupo que acompaña a Cecilia. Al llegar al lugar acordado vi un convoy de varios autos y de inmediato supe que eran ellos, las Madres Buscadoras estaban escoltadas por la Guardia Nacional con elementos bien armados, la policía Estatal del Estado de Sonora y personal de la comisión de búsqueda del estado de Sonora, ademas de autos de civiles que iban en el recorrido. No sabia hacía dónde nos dirigíamos, solo sabía que era dentro del municipio.
Me tocó abordar una van en la que nos acompañaban varios jóvenes procedentes de Nogales, de entre 20 y 30 años que buscaban a Héctor Omar Mesinas desparecido en mayo pasado y visto por última vez en San Miguel de Horcasitas . El convoy se dirigió hacia el poniente de la ciudad rumbo a la carretera a Bahía de Kino, después de 30 minutos por la carretera llegamos a la comunidad agrícola de la costa que en el 2020 su población era de más de 26 mil habitantes. Por cierto que en esa zona se han reportado muchas desapariciones, así como fosas clandestinas. Llegamos a una tienda del poblado por agua y alimento, ahí conocí a un funcionario del gobierno que nos acompaña, muy comprometido con la causa y parte de su trabajo es el de apoyar a las Madres Buscadoras en todo lo que se pueda pero también tiene un familiar desaparecido.
Permanecimos en el lugar alrededor de una hora, esperaban a Cecilia que aún no llegaba, solo ella y unas cuantas compañeras conocen la información de los puntos donde se va a realizar la búsqueda. Nadie de las autoridades que nos acompañaban conocían los datos ya que son muy cuidadosas de que no se vaya a filtrar nada. Después de un rato de esperar, una de las compañeras recibió una llamada de Cecilia en la que le autorizó para seguir el camino hacia el primer punto, nos dirigimos entonces rumbo a la calle cero norte.
Después de avanzar aproximadamente quince minutos entramos a unos terrenos áridos donde los caminos son de terraceria, dimos varias vueltas hasta que llegamos a un pequeño rancho que estaba cercado. Las autoridades que nos escoltaban no podían pasar el cerco, pero el resto del grupo sí, nos brincamos y empezamos a caminar en medio del desierto sofocante, con una temperatura que ya llegaba a los 50 grados. Mientras, otro funcionario del gobierno del estado armaba un dron especial para vigilancia para estar listo por si era necesario ubicar algo. Yo me fui con una de las Madres Buscadoras a recorrer el terreno a pesar de que en ese momento no traían todo el equipo como los y picos y palas para las búsquedas, el carro que traía la herramienta venía atrasado, así que entramos al ranchito abandonado. La mujer que acompañaba contó que su hijo tiene más de dos meses desaparecido. “Mi hijo era trabajador, no andaba en nada y aquí andamos en la búsqueda, esos lugares donde estábamos son lugares propicios para retener gente y torturarlos”.
Me señaló unas bodegas en mal estado que parecen refrigeradores industriales y que por dentro contenían literas y garrafones de agua con candados y huellas de pisadas. Seguimos caminando sin resultados positivos y nos dirigimos a otra ubicación, retomamos uno de los caminos por los que veníamos y ahí fue donde nos alcanzó Cecilia con las herramientas faltantes. Con ella llegó también parte del grupo que venía de Nogales, equipados con motos y trimotos para abarcar mas terreno ademas de hieleras con agua y comida.
En la nueva ubicación encontramos ropa táctica tipo militar, casas de campaña improvisadas, casquillos de balas AK 47, catres, depósitos de agua, barrotes para construcción, partes de carros. Parecía ser un campamento abandonado. Encontramos chocolates en perfecto estado a pesar del intenso calor.
Al llegar, las buscadoras comenzaron a registrar el lugar y a explorar en los alrededores, en los agujeros con restos de basura que al parecer la gente del campamento utiliza para tirar comida. Una de las buscadoras me comentó que “abajo probablemente pueda haber restos, usan el olor de comida perdida para confundir”. La ropa táctica la juntó la Guardia Nacional al centro del campamento, donde procedió a quemarla, comentan ellos mismos que son cuestiones de protocolos. Ahí mismo en esa zona estuvimos mas de dos horas, donde las buscadoras se dividían en diferentes direcciones. Platiqué con Lidia Hernández residente de Arizona y que tiene a su hijo desparecido desde 2019. Él desapareció en Nogales Sonora y su madre cruza a Sonora para seguir con su búsqueda.
La tarde transcurría y nos movimos a otras ubicaciones, donde siguieron explorando terrenos cerca de la calle 12 sin resultados positivos de restos. Al atardecer regresamos por la carretera 26 en medio de campos agrícolas rumbo a Hermosillo a buscar otro punto de búsqueda, pero las condiciones del clima y la hora no lo hicieron posible. El día había terminado y las Madres Buscadoras continuarían hasta el día siguiente.
Texto y fotos:https://alexgutierrez.photo